En estos días de zozobra política donde se pretende alcanzar un 'Pacto de Estado' sin que nadie sepa realmente para qué sirve dicho "pacto", o en el que todos se acusan a todo, hay algo que no se debe olvidar, y es que una parte importante de culpa sobre la realidad de la crisis económica nos la debemos atribuir los ciudadanos.
Sí, los mismos ciudadanos que desconfían de la clase política, los sindicatos, los empresarios y hasta de sus padres. Esa ciudadanía que de egoísta se ha vuelto absurda y desmerecedora de ciertas cosas.
Como es lógico debemos exigir a la clase dirigente que actúe con responsabilidad y sentido de la sensatez en unos días tan complicados, pero españoles de España -y el resto del mundo- todos debemos mirar qué estamos haciendo nosotros mal.
Todo esto viene a colación por un hecho muy curioso: ha hecho falta llegar casi al 20% de desempleo para que nos demos cuenta de que el trabajo seguramente no estará debajo de nuestra casa. Hoy, 22 de febrero, el diario 20 Minutos publica en portada la noticia: "La crisis lleva a los españoles a trabajar fuera de su región". Ofreciendo el dato de que 3 de cada 4 estaría dispuesto a emigrar de su "nido" para mejorar.
Bueno, parece que no somos tan rematadamente estúpidos.
Sin disculpar al Gobierno como parte del problema, está claro que el paro es una situación que todos debemos asumir. En España está demostrado que los problemas existentes con el desempleo son denominados sutílmente por los economistas como "estructural", debido entre otras cuestiones al escaso tejido empresarial, una industria no excesiva y por desgracia una temporalidad muy alta en dicho aspceto laboral.
Si a todo esto, que ya es difícil de afrontar, sumamos el señoritingo de las clases medias, tenemos que la gente quiere encontrar trabajo en sus ciudades, y si es posible en su barrio, y ya si tiene suerte, en su calle. Obsesionados por la ilusa expectativa de tener una propiedad inmobiliaria, muchos españoles han tenido que hipotecar no sólo sus ahorros, sino que también lo han hecho con sus vidas. Por lo tanto resulta muy duro salir fuera de la ciudad a buscar trabajo. Pues mire, es lo que hay, menos quejarse y más buscar las habichuelas donde toque.
Pero esto no es todo. En la suma de responsabilidades compartidas, resulta que ahora todos los españoles quieren ser funcionarios. De nuevo se comprende que las actuales dificultades para ser emprendedor son muy duras, pero un país de funcionarios es insostenible. Aunque claro, es mejor tener un sueldo fijo, trabajar los justo y no comerse la cabeza.
A todo esto habría que sumar la famosa costumbre que se tuvo durante el "boom" inmobiliario de jugar al Monopoli pero en versión real. No solo jugaron a ser reyes del mambo los más asquerosos y sucios constructores, agentes inmobiliarios y demás. Muchos ciudadanos compraban, se endeudaban y malvivían para hacer un negocio posterior.
En definitiva, la pelota está en el tejado de TODOS, así que es hora de tomar deciones valientes.
Sí, los mismos ciudadanos que desconfían de la clase política, los sindicatos, los empresarios y hasta de sus padres. Esa ciudadanía que de egoísta se ha vuelto absurda y desmerecedora de ciertas cosas.
Como es lógico debemos exigir a la clase dirigente que actúe con responsabilidad y sentido de la sensatez en unos días tan complicados, pero españoles de España -y el resto del mundo- todos debemos mirar qué estamos haciendo nosotros mal.
Todo esto viene a colación por un hecho muy curioso: ha hecho falta llegar casi al 20% de desempleo para que nos demos cuenta de que el trabajo seguramente no estará debajo de nuestra casa. Hoy, 22 de febrero, el diario 20 Minutos publica en portada la noticia: "La crisis lleva a los españoles a trabajar fuera de su región". Ofreciendo el dato de que 3 de cada 4 estaría dispuesto a emigrar de su "nido" para mejorar.
Bueno, parece que no somos tan rematadamente estúpidos.
Sin disculpar al Gobierno como parte del problema, está claro que el paro es una situación que todos debemos asumir. En España está demostrado que los problemas existentes con el desempleo son denominados sutílmente por los economistas como "estructural", debido entre otras cuestiones al escaso tejido empresarial, una industria no excesiva y por desgracia una temporalidad muy alta en dicho aspceto laboral.
Si a todo esto, que ya es difícil de afrontar, sumamos el señoritingo de las clases medias, tenemos que la gente quiere encontrar trabajo en sus ciudades, y si es posible en su barrio, y ya si tiene suerte, en su calle. Obsesionados por la ilusa expectativa de tener una propiedad inmobiliaria, muchos españoles han tenido que hipotecar no sólo sus ahorros, sino que también lo han hecho con sus vidas. Por lo tanto resulta muy duro salir fuera de la ciudad a buscar trabajo. Pues mire, es lo que hay, menos quejarse y más buscar las habichuelas donde toque.
Pero esto no es todo. En la suma de responsabilidades compartidas, resulta que ahora todos los españoles quieren ser funcionarios. De nuevo se comprende que las actuales dificultades para ser emprendedor son muy duras, pero un país de funcionarios es insostenible. Aunque claro, es mejor tener un sueldo fijo, trabajar los justo y no comerse la cabeza.
A todo esto habría que sumar la famosa costumbre que se tuvo durante el "boom" inmobiliario de jugar al Monopoli pero en versión real. No solo jugaron a ser reyes del mambo los más asquerosos y sucios constructores, agentes inmobiliarios y demás. Muchos ciudadanos compraban, se endeudaban y malvivían para hacer un negocio posterior.
En definitiva, la pelota está en el tejado de TODOS, así que es hora de tomar deciones valientes.
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