Mi reino por un patrocinio

“La Caixa patrocina el primer análisis del día”… Muy bien, y si resulta que lo que hay que analizar son despidos de esta entidad bancaria, o que su director ha hecho tal o cual cosa, ¿se hará en dicho espacio de análisis?

Este patrocinio, como otros muchos en diversos medios de comunicación, es uno que tiene por las mañanas Carles Francino en su ‘Hoy por hoy’. Se hace evidente su necesidad, y más en estos tiempos en los que la publicidad escasea. Ahora bien, ¿hasta qué punto un anunciante condiciona la forma de actuar en un medio de comunicación?

Conozco más de un caso y de dos, incluso en mis propias carnes lo he vivido, en las que hay que tratar “cierta información” con cuidado porque se trata de un anunciante. De hecho, hay medios, sobre todo digitales, en los que la comunión entre anunciantes y contenidos llama al insulto.

Suele ser muy sencillo de ver. Miras la web, ves los anunciantes, los contenidos y empiezas a atar cabos de por qué una empresa en tan “mala” y otra es tan “buena”. Por qué si una empresa hace algo negativo, pero que es noticia, no tiene cabida. O por qué la mayor de las chorradas tiene un espacio que sobrepasa lo periodístico para caer en la mera propaganda.

Ahora que andamos tan preocupados los periodistas por averiguar cuáles son las causas que llevan a esta profesión al cadalso, aquí hay una. La relación, casi pecaminosa, entre anunciantes y medios. Los implicados dirán que esto no es así, que la información es libre con independencia de quién pague o deje de pagar, pero si quitamos el modo hipócrita, nos damos cuenta de que esto se hace día a día.

Hasta aquí el diagnóstico, ¿la solución? Imposible de recetar. El dinero se necesita, y no vas a morder la mano que te da de comer. Simplemente habrá que ser realistas y decir que si La Caixa me paga, no voy hablar mal de ella. Negarlo sería un insulto a la inteligencia de quienes mínimamente conocemos el negocio.

Así pues, dejemos que la objetividad se quede donde está, y trabajemos para que, en la medida de lo posible, esa publicidad y los patrocinios, no intercedan en la información que debe conocer el ciudadano.