Al escribir estas líneas me planteo quién soy yo para criticar a nadie que lleve en el periodismo toda su vida. Pero armado de valor, y con la arrogancia de un buen blogger, me veo en la delirante necesidad de intentar explicar por qué los periodistas que visten ya bastantes canas siguen anclados al mismo discurso desde hace una década, y han dejado de tener un gran valor.
Leo la entrevista de Rosa María Calaf en JotDown, y lo comparo con su visita a mi Facultad hace tres años... ¡¡y es el mismo discurso!! En aquella ocasión abandoné la sala ante el estado de crispación en el que me estaba sumiendo. Pues bien, la entrevista tampoco la he podido terminar. Tópico tras tópico, "nosotros éramos mejores", edulcorado con la falsa humildad de, "bueno, a lo mejor lo hacíamos diferente", y así, el mismo discurso tres años después.
Sin atender a más razones que "su verdad" periodística, Rosa María Calaf no se pone en la piel de la actual sociedad, sus gustos, sus necesidades, las formas en que se comunican, y simplemente extrapola un modelo de hace 20 años al contexto del siglo XXI. Sí, ya sabemos que la calidad del periodismo ha menguado, y muchas cosas más. A los que nos gusta el periodismo y la comunicación, como gesto de verdadera humildad, ponemos los ojos como platos cuando profesionales veteranos sacan a pasear su lengua. Lo malo es que el discurso empieza a no valer.
Ni muchos menos insinúo que yo sepa más que alguien que lleva toda una vida dedicado al negocio de la información, pero creo que la adaptación a los nuevos entornos, y sobre todo, las nuevas necesidades, es una realidad que se debe afrontar. Supongo que la clave es hacer un periodismo de calidad, pero adaptado al año en que vivimos. Las buenas palabras con intención pedagógica estarían bien si el modelo de negocio a nivel periodístco no estuviera en plena transformación. Pero en la actual coyuntura, de poco sirve hablar de cómo eran las cosas en los '80.
Puede que esté muy equivocado, pero supongo que estos "grandes periodistas" deben estar para orientar, pero su hora ha pasado, y si no tienen la intención de cambiar sus discursos, tengo la sensación de que ya están obsoletos.
Leo la entrevista de Rosa María Calaf en JotDown, y lo comparo con su visita a mi Facultad hace tres años... ¡¡y es el mismo discurso!! En aquella ocasión abandoné la sala ante el estado de crispación en el que me estaba sumiendo. Pues bien, la entrevista tampoco la he podido terminar. Tópico tras tópico, "nosotros éramos mejores", edulcorado con la falsa humildad de, "bueno, a lo mejor lo hacíamos diferente", y así, el mismo discurso tres años después.
Sin atender a más razones que "su verdad" periodística, Rosa María Calaf no se pone en la piel de la actual sociedad, sus gustos, sus necesidades, las formas en que se comunican, y simplemente extrapola un modelo de hace 20 años al contexto del siglo XXI. Sí, ya sabemos que la calidad del periodismo ha menguado, y muchas cosas más. A los que nos gusta el periodismo y la comunicación, como gesto de verdadera humildad, ponemos los ojos como platos cuando profesionales veteranos sacan a pasear su lengua. Lo malo es que el discurso empieza a no valer.
Ni muchos menos insinúo que yo sepa más que alguien que lleva toda una vida dedicado al negocio de la información, pero creo que la adaptación a los nuevos entornos, y sobre todo, las nuevas necesidades, es una realidad que se debe afrontar. Supongo que la clave es hacer un periodismo de calidad, pero adaptado al año en que vivimos. Las buenas palabras con intención pedagógica estarían bien si el modelo de negocio a nivel periodístco no estuviera en plena transformación. Pero en la actual coyuntura, de poco sirve hablar de cómo eran las cosas en los '80.
Puede que esté muy equivocado, pero supongo que estos "grandes periodistas" deben estar para orientar, pero su hora ha pasado, y si no tienen la intención de cambiar sus discursos, tengo la sensación de que ya están obsoletos.
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